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Mostrando entradas de julio, 2017

LOCOMOTORAS Y IPADS (2de2)

¿Volverán los políticos a cometer el mismo error de 1855 con otra revolución tecnológica: la introducción de tablets/iPads en las aulas? La educación en España, lo mismo que el ferrocarril en 1855, también acumula importantes retrasos respecto al resto de Europa. Ya llegamos una década tarde a las metodologías activas y otra década más respecto a la educación por competencias. Retrasos que se constatan en los decepcionantes resultados de las pruebas externas internacionales en las que participamos, que han variado entre dramáticos y pobres. La conciencia de que la educación en España no funciona es ampliamente mayoritaria. Y los políticos se ven compelidos a hacer algo: escriben leyes, que la mayor parte de las veces chocan con barreras ideológicas o económicas que las hacen ineficaces para los fines a los que aspiran. El debate político al respecto de la educación en España es extremadamente alicorto, de vuelo tan bajo y gallináceo que apenas va más allá de alguna consigna

LOCOMOTORAS Y IPADS (1de2)

El 3 de junio de 1855, el gobierno del Partido Progresista decide intervenir para poner fin a una anomalía tecnológica española. Mientras que en Gran Bretaña, Francia, Bélgica o los territorios alemanes la construcción de una red principal de ferrocarril estaba prácticamente concluida, en España no se había construido ni medio millar de kilómetros. Los primeros fueron los que constituían dos pequeños ferrocarriles, el primero entre Barcelona y Mataró, con 28 km., y el que unía Madrid con Aranjuez, de 49. El resto, la línea, aún inconclusa, entre Madrid, Albacete y Alicante. A mediados de siglo, configurándose en Europa el espíritu positivista que ensalzaba la ciencia y la tecnología como las grandes herramientas del triunfo de la Humanidad, los “caminos de hierro” eran parte esencial del zeitweist , el espíritu del siglo. El atraso español en este campo era especialmente inadmisible y los políticos se dispusieron a arreglar el problema con sus herramientas habituales: la l